¿Hay alguien afuera?

¿Hay alguien afuera?... ¿me escuchan?... ¿me ven?... alguien allá ¿me puede entender? Adelante… saborea mi carne, rózame la piel. Que si no me sientes me voy a desvanecer, que si no escribo me voy a desaparecer. Asiente y dime que me entiendes, que me comprendes más allá de la gente. Acaricia mi sien, haz que se eleven mis pies. Abrázame por la espalda como una manta, abriga mi carne desolada. Exhala en mi nariz, quiero respirar el aliento que hay en ti. Bésame los ojos, que tus babas se confundan con mis lágrimas. Péiname las pestañas con tu lengua sagrada, imprime tus dienten en mis cachetes. Dame respiración boca a boca como succionando el alma que me acongoja. Eres el mar y yo la sal, me voy a diluir cuando te pueda tocar.

Creo que me observan por la espalda, que detrás de cada pared está aquella mirada. Te siento como un susurro en mi cerebro, como un zumbido por mi cuerpo. Quiero saber si estás detrás, Eurídice de mi flecha recta, quiero que me sigas hasta que la parábola se estrelle contra la tierra. El laberinto se mueve conmigo, cada paso está programado de la formula soy el resultado. Viviendo se pierde la vida, la muerte es el instante de dicha. Se prolonga la existencia aferrados a ella, como un cadáver que se alimenta de sus sesos yo escarbo la miseria de mi cuerpo, buscando en mis adentros. Indefenso me arranco la piedra que tengo incrustada en el pecho, la arrojo al poso del infierno para que se derrita mis sentimientos. Agonizando me quedo sin aliento, con la herida abierta que se desgarra en silencio. Antes de exhalar el final, cenizas volcánicas me hacen toser hasta vomitar. 

Si conociera a maría la amaría, por ella moriría, por ella reiría, por ella lloraría, por ella perdería la vida.  

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