WHAT

Hace mucho no lo hacía y retomar me alegra resto.

Carta sin contestación

 

 

28 de agosto del 2016

Bogotá D.C.

 

¡Hola!

 

Estoy escribiendo ahora1 mismo una escena biográfica acerca de Francisco José de Caldas.

Exactamente el suceso tratado es su estadía, como reo, en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario tras su captura en Paispamba a manos de los españoles.

 

Mientras escribía pensé en lo que hemos "hablado" (especialmente en las últimas dos cartas) e interrumpí la tarea con el fin de volver a escribirte, ya que si la postergara sería muy probable que no supiera luego de qué hablarte -sin afirmar que ahorita sí lo sepa-.

 

 

Tal vez lo que me condujo a relacionar lo uno con lo otro fue una analogía posible entre Caldas y tú. Me explico:

 

 

La condición de Caldas -o al menos como la imagino y estoy plasmando- para ese momento es turbia: se encuentra inmerso en una resignación que es como una resaca post desespero vital.

 

 

El hombre sabía desde antes de su captura que en manos de los españoles su destino era la muerte pero el desespero (deseo) por vivir lo llevó a aferrarse, hasta donde pudo, a la esperanza; entonces, estando aprisionado, envió una serie de cartas en las que rogó por su vida a varios hombres que, además de tener la jurisdicción para indultarlo, él considero sensatos por ser ilustrados.

En esas cartas Caldas decía estar arrepentido de haber participado en la la revolución independentista y mencionaba recurrentemente las destrezas con las que contaba como científico e intelectual, poniéndolas así mismo en absoluta disposición de España.

 

 

Caldas estuvo (y esto es un poco irónico teniendo en cuenta que es un prócer de la independencia) embebido por la cosmovisión europea de la época: creía ciegamente en la supremacía de la razón y en esta como vía de progreso; así pues, yo me imagino que la fractura -imagino que la hubo- con esa idea consagrada de la ilustración y sus Señores debió ser durísima para él, teniendo en cuenta que le falló tanto por el lado de los criollos (que guiaron una revolución en donde sus expectativas respecto a la ciencia y la liberación del totalitarismo se fueron por la tangente) como por el lado de los europeos (a los que finalmente les valió verga -o tal vez les causó desconfianza- lo cualificado que fuera).

 

En esas rupturas al hombre se le tuvo que agotar la esperanza. Y aunque fuera un minuto antes de ser fusilado, debió besar el infierno (ese es el costo del frenesí).

 

...Y bueno, todo esto, que está desviando más de lo debido, es para llegar a ti... porque la cuestión fundamental es comprenderte (sin que ello resulte irreconciliable con la posibilidad de tomar por referente lo comprendido, pues yo bebo y echo mano de lo que haga falta).

 

 

Me pregunto si acaso se te ha roto recientemente alguna ilusión.

 

 

No acostumbro entrometerme así de abruptamente en la intimidad del dolor ajeno... pero la curiosidad por el tuyo despiertan en mí suficiente morbo y augurio como para romper la regla.

 

¿Quieres contarme qué te duele?

 

                       ...

 

¿Acaso estás besando el infierno?

 

 

Se despide atentamente:

El yo inexistente.

 

 

1.       Va a ser gracioso cuando leas ese ahora. Escribirlo fue como formolizarlo en la nadaMe gusta esa convergencia de tiempos en donde un ahora -el tuyo- evoca otro ahora inexistente (inexistente antes y después de ser nombrado) -el mío-. El pasado revive y la palabra lo conjura.

 

 

Autor: Angélica Rodríguez. 

 

 

Nosotros no nos realizamos nunca. 

Somos un abismo que va hacia otro abismo. 

Un pozo que mira al cielo.

-Letanía, Fernando Pessoa. 

 

 

 

Babylon

Recordar. Cuánto placer o dolor regurgitamos a pedido, aquí se cumple el eterno retorno, aquí reencarnamos, aquí viene el karma, aquí aquí, ahhh aquí se acaba mi odio, me recuerdo en tantos lugares solitarios, cuántos otros habré olvidado ya. Armonía en mi interior, en plena década de auge paramilitar.

Todos corren aquí, yo parecía atrasado, retrasado, cuántos intentos llenos de odio por hundirme, cuánto apoyo de mamá, papá, hermano, cuántas oleadas superadas.

La primera depresión, vaya sensacion.

El primer amor? Naah, yo intentaba con todos mis esfuerzos alejarme de los afanes populares, además era menospreciado, subvalorado, cuando más brillaba ¿Pero dónde brillaba? O con qué luz ¿Aún brillo? Que no me veo.

Los amigos quedados al borde del camino, aquellos que no iban a mi paso, que me atrasaban en mis vueltas sin sentido, los recorridos nuevos, los repetidos, loa de los demás, los que repetían lo que yo hacía, los que hacían otras cosas, los que me lograron influir, los que amé, los que odié, los que volví a amar, los que me traicionaron, los que traicioné, los que dejé botados, los que tuvieron suerte, los que están llevados. Todos ellos hacen parte de algo, y todos esos algos son nuestra sociedad actual ¿Qué he hecho más que vivir mi vida? ¿Soy una mala célula? Preferí mi vida, preferí vivirla con esa nena, con esta otra, escogí y escogí mal, aún lo hago. Soy terco, porque sólo loa tercos verán el reino de los cielos. 

La guerra de las cosas

La tv, la radio, la prensa. Los viajes, la distancia,, el trabajo, la guerra, el hambre, el frío, el cansancio, el sueño, los sueños, los dueños, el movimiento, los nuevos días que restan, el déficit, los socios jodidos, la lástima, las prisas, las pérdidas, la agresión, la esperanza es como la sal, no alimenta sólo da sabor. La astucia, los esfuerzos, paciencia y la resistencia, pico y pala. Las borracheras, las drogas, las risas momentáneas, la música, las descargas, los chats, las aplicaciones, el movimiento, la basura y las excusas, las deudas. La decadencia, el pensamiento, las letras, los sonidos y la luz. Los accidentes, los errores, la entereza de la renuncia, el sometimiento, la resignación, la debilidad, la dificultad, la corrosión, el debilitamiento, la precarización, los escapes calculados, el desborde. La perseverancia, los Halagos, las críticas, las exageraciones. Los relegos, las prioridades, lo importante y lo urgente: el tiempo. Los antojos, los ánimos, el entusiasmo, la convicción, el movimiento. El día, la noche, atardeceres, quincenas. El miedo: la eternidad. El tráfico, el poder y la imaginación. Los domingos, el descanso, los hábitos. El fin, el amor, el dinero.

Todas ellas habitan en el caos mental que llevo, que arrastro. En distintas combinaciones dan la cara y su cooperación hace felices o amargos mis días.

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