Me masturbo como quien intenta entender el amor

Me masturbo como quien intenta entender el amor, dando una explicación al dolor, procurando continuar con la oración. Escribir al “verse”, intentando comprender, qué es lo que siento por usted. Envejecer, viendo el cielo oscurecer. Recordar que ya no es ayer, y los días comienzo a perder. Tener sed, beber hiel. ENLOQUECER, tratando de esclarecer, ¿qué es el ser? ¿Hasta dónde llegare? Me acerco a tus pies, me aplastas sin querer. Te busco en otra canción, entono una nueva ilusión. Me quedo sin pulsación, se desentona los latidos de mi corazón. Déjame que te cante, que te susurre en el aire. Deja que me callé, que me encanta escucharte. No permitas que fracase, estoy intentando acercarme. Comienzo a fastidiarte con mi angustia insoportable. “Deja de envidearte”  me dices mientras miras a otra parte.  Desenfoco mi visión, se distorsiona el color. Opaca pasión, intenso dolor. ¡Desilusión! me miras con compasión. Me preguntas ¿qué horas son? Del tiempo huimos los dos. Te hablo del desamor, y no dejas de mirar el reloj. Te pregunto si me entiendes, si acaso puedes comprenderme. Me miras indiferente y me sonríes con tus tristes dientes. Te pregunto si me entiendes y asientes arrugando la frente.  

Mis ganas de besarte tartamudean al acercarme. Me excuso por el tartamudeo, te repito que lo siento. Insisto en volver a vernos para charlar de nuevo. Quisiera contarte lo que siento cada que me miras en silencio. Tus pestañas esconden el secreto que llevo buscando hace tiempo. Me dices “no es cierto” y crees que te miento. Haces cara de descontento y yo me ahogo en mis lamentos. Me preguntas ¿qué has hecho? Y yo no he dejado de mirar el techo. Parece que te estoy aburriendo con mis nostalgias de invierno. Me agarras la mano, me dices: “No te hagas daño”. Afuera está helando, pero por dentro el alma se está incinerando. Te abrazo como si estuviera agonizando. Te pido que te quedes otro rato, y te acomodo un sitio a mi lado. Reposo mis ideas entre tu cuello y tu cabeza. Respiras tan cerca que acaricias mis orejas. Me cuentas del poeta que abrió una puerta entre el cielo y la tierra. Te hablo del muro que divide al mundo. Me dices que hay ventanas por donde el alma se escapa. Te muestro los barrotes que son como ilusiones. Me confías la llave para liberarme. Deprecio la manera en que asientes con la cabeza.

No sabes cuánto duele este vacío que se siente. No sabes cuánto hiere el viento que me mese. No entiendes y no sé si yo sepa entenderme. Esta soledad que crece alrededor de mi mente. Este desvanecerse en el recuerdo de la gente. Este perderse entre humo y muerte. -“Te comprendo”- me mientes como consolándome el pensamiento. Me esfuerzo en ponerme de pie de nuevo. Te ruego que no me abandones en este agujero. Me alejo a mitad del sendero. Me alivio de no haberte conocido, de no haber torcido el camino que intercedía nuestro destino, de no haberte contagiado del amor del que me he enfermado. Doy pasos en sentido contrario. Me afano y te aparto de mi lado. Me caigo y tú no me estrechas la mano. Te suelto y me voy hundiendo. Desciendo hasta besar el subsuelo. Un hueco no permite el acercamiento. Cansado de un “Hasta luego”, me despido de nuevo. Amenazamos al tiempo, dejamos de sernos. En el pecho el despecho, las costillas en fragmentos. Los pulmones dos bombas de jabones. Un suspiro las drena, Toso y toso mis penas. El alma es un suspiro que se acaba. No tengo fuerzas ni para gritar que vuelvas. En espera a que des la vuelta por el hemisferio de la tierra. Como si se precipitaran los planetas contra las estrellas, se desorbitaron nuestras sendas.

Me masturbo llorando de amor, mientras me deshago de esta pasión. Apenas pude acercarme a tu balcón, apenas pude escuchar tu corazón. Apenas pude rozar tus labios. Apenas pude mirar tus parpados. Me masturbo evocando el desencanto del interrumpido orgasmo.

Loading...
Loading...