La vaca de colores

En la verde pradera veo pasar, la vaca de colores que rumiando está,

fácilmente aceptamos la realidad, acaso porque intuimos que nada es real.

En la niebla se disuelve cada átomo de ser, desapareciendo como barco en horizonte de altamar.

Jamás me voy a la cama sin pecar por pura dicha del dolor en el alma,

que no justifique mi estado actual, pero que sustente el seguir aquí,

Comiendo mierda sabor a miel, de las ubres que amamantan la sustancia de mi SER.

Tan lejos como el TODO de la NADA que tristes evitan fijar la mirada,

Para no encontrarse en recuerdos olvidados de un pasado que no existió y un futuro que no llego,

Este presente en el tiempo inerte que me condena a la eternidad de lo efímero.

Tan grande como el absoluto me siento infinito en este instante divino,

En el valle se enciende una hoguera, de un troll de las calles que vive debajo del puente

Y tiene frío por la indiferencia de la “gente”

Solo bestias viven en este pantano, y el cielo estrellado se ve violado

Por chimeneas con falos humeantes que penetran el cielo de lo absoluto.

Erótica soledad, bendita sea tu compañía

Contigo que placentero es el dolor y que luminosa la oscuridad de los días

Solo el farol de la luz eléctrica puedo ver, porque soy el color preferido del ciego.

Un silencio visual emerge del hampa de la noche callada

Como un puñal rasgando la oscuridad, la sombra de un aleteo alerta mi tranquilidad.

Un ave nocturna se desliza por los aires, sobrevolando al gusano arrastrado.

Se detiene en el cielo, en una quietud mística aterradora

Me mira y me exorciza

Como si me hipnotizara con su revoloteo

Sigo su recorrido hasta que desciende al subsuelo

Y desaparece en la hierba espesa

 que camufla la puerta del infierno. 

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