Cara y sello

A la gente boba no se le presta atención, es algo que dicen tantos sabios. La gente habla sin saber y he sido también un bobo, con ganas de hablar lo que no sé,  con ganas de opinar y sin nada para dar.

Afortunadamente aquí hablo para mí,  no tengo expectativas de captar atención y sospecho fuertemente que nadie lee esto,  lo que me da gusto pero no del todo satisfacción. 

Hace rato no evalúo bien cómo me siento, siempre es posible un rebote de sentimientos y ya las aguas están mansas. 

Recuerdo los días de maldecir, de odiar y querer destruirlo todo, hacía años no sentía tan intensamente y al final también pasó. Pasó que rompimos la vajilla y los floreros, pasó tiempo sin recoger los regueros y pasó tiempo sin un perdón. Desde entonces sólo veo gente egoísta y veo mis propios actos egoístas también,  algunos egoísmos menos honorables y otros apenas naturales. Me imagino que tú ves gente bondadosa, gente solidaria y te sorprendes en encontrar a la gente menos vil de lo que creías, amar la humanidad y sus formas, las clásicas formas. No te sorprendas, la percepción es un péndulo y tú y yo nos empujamos a orillas distintas y en muchas dimensiones, apenas te robé unos referentes pero no mucho más, no nos quedamos con ninguna amistad del otro o eso creo yo porque todo lo partimos en dos, no compartimos una emoción: si tu agradeces cosas, yo las desprecio, si sientes que aprendiste yo siento que perdí el tiempo pero si tú sientes que perdiste el tiempo yo siento que fue un paseo y sólo hay algo que no supero, la adiccion a los melancólicos momentos, no importa qué pase, si estoy feliz o si estoy triste, si estoy cansado o si todo el día relajado, quiero mi chute de melancolía. 

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