péguelo

Prendieron el leño, sacaron las latas, alistaron las chascas más lindas, ni se digan las gorras, que de pana, que con argollas incrustadas, que con el tag de tal, con impermeable, bolsillo pa la hierba, metedero para el chisquero, y toma tu calca por la comprita flaco, todo el parque toda una gala, Hip Hop al Parque, mi primer Hip Hop al Parque en el Simón. El calor, el ambiente, el parche, ese sol que venía gritando desde las 7 de la mañana Déjese ver hizo que a las 11 ya estuviéramos claqueando la primera pola, luego a buscar sombrita en uno de esos falsos pimientos todos parchaditos que uno se pilla en la entrada cuatro del Simón Bolívar, también el aire ¿Si pilla? Ese aire que sornerito se le trepa a uno en el pescuezo, se desliza por el cachumbo y susurra Pola, papi, otra Pola fría para este calor satánico, otra fría que trin que tran, toda aglomeración alrededor de la música es ritual, no que hay que usar botica de antropólogo o de periodistas de territorio profundo para saber que todo ritual necesita de su bajativo, o te compones má o te vas a deshidratar y no me hagas esa hijueputada de comprar agua al clima si está más barata y más fría la que sabemos. Sigamos pastando entonces, comenzaron las batallas, banderitas de colores, las peladas con las propias pintas y los maquillajes una gonorrea de elaborados, descaderados, bota ancha, croydon y bombacha de jean o imitación de cuero, los clasiqueros, es decir, los que se jalan un Wu Tang Clan o un Control Machete estaban con sus camisas leñadoras apuntadas hasta la manzana de la garganta, y con esa vistica toda aleta comienzan las improvisaciones, una belle lle, se sube por ejemplo un pelado de unos 10 años que sin palabras, yo, no él, porque peinó a más de uno con unas líneas que eso recorrieron el Páramo de letras, comienzan fresa con crema y volvieron a Bogotá para dejar con el pico cerrado a más de uno, en tarima principal los de breaking, y sacando de a culazos el beat exacto de las canciones con cada movimiento que hacían, así tarde y noche. Sin embargo había algo también muy claro: hace dos días asesinaron a Camilo Sánchez y a Camila Ospitia en Bosa Porvenir, los dos venían jalando vueltas en las huertas comunitarias y moviéndose con la música alrededor de Distreestyle, y si algo sabe el Hip Hop y los boleros es a no dejar quietos a los muertos, así que se pronunciaron en tarimas, los parches carteliaban los nombres, estaban presentes porque a esa fiesta comunal le faltaban dos. Yo metí arriba cuando se subió Cariñito y vea, chimba, al día siguiente con Lia Kali y esa presentación elegante de Lucía Vargas y bueno, a lo que fui a ayer a las siete, ya con el párpado trilinguiando por la falta de sueño: la primera vez que veía una exhibición de freestyle y Flaco Flow, estaba solo, ya se me había acabado la lengua de tanto hablar mierda por ahí y con esa fumanchera brava que es cualquier festival al parque pues me recogí, con esa narizota quemada por el sol y el pelo en la cara no me ayudaba, me fui solo, pero ni tanto porque esta postal y este par me los llevé en el corazón después de pararles oreja y ojo chino, eran dos, cada uno de unos 25 o 30 años, altos y cachetirojos, el más estilero con el celular en la mano: