Tanto show por nada

Siempre he querido huirle a los escandalosos. De pequeño mi hermano llamaba más la atención y cuando teníamos un conflicto parecía más afligido y hasta le daban la razón, hasta que un día lloré, pero no por ganar la razón, eran los malos pensamientos que me ganaban la batalla. Ahí aprendí de qué bando era y que no quería pelear nunca por la atención y que debía aceptar el rencor como manifestación no instantánea ni escandalosa de mis rabias y que eso iría depurando todo el odio de mi corazón, si no lo hacía otra cosa antes. Por eso desprecio a los escandolosos y me desdeño de su escena, me desesperan y luego renuncio y decido cosas negativas sobre ellos, como dejar de quererles, dejar de prestarles cuidado, apartarme, reprenderle o pensar cómo evito eso la próxima vez. También sufro cuando veo que alguien de quien me interesa su atención, se la da a un escandaloso, siento repudio, afán por cortar eso aunque no lo haga. A veces sólo acepto el curso de los hechos y me aparto.

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