Fatiga

Fatiga

Como un vil espectro

Que se posa en el pecho.

De fango es el suelo,

Sofocante es el cielo.

Como un anciano

Con el cuerpo arrugado,

Con el rostro agrietado

Del tiempo añejado.

Del gesto cansado

Los ojos irritados,

Un caminar fatigado

Un vaivén de borracho. 

Vacío en la mitad solo había vacío

Vacío en la mitad solo había vacío, no había nada, pero no era NADA (porque la nada es nada) Vacías palabras. Ésta era la nostalgia de una vida circular donde todo se repite igual. Donde cada paso es empujado desde atrás y adelante un abismo nos está esperando. Por donde se desciende sin cansancio. Atados de la gravedad, por nuestro propio peso espiritual. Arrastrados por el tiempo unidireccional que no se para a descansar. Marchando sin compás nos estrellamos al caminar.  

Suspendidos e ingrávidos, descendemos mientras se eleva nuestro espíritu. En delirio nos descubríamos así mismos. De pocos amigos pero muchos conocidos, acompañados por solitarios que andan con la soledad de la mano. Estudiábamos, trabajábamos y holgazaneábamos, del verbo fuimos esclavos hasta que el vértigo nos dejaba privados del acto, en el suelo tirados. Expiábamos los misterios con la mirada perdida, sonriendo de la no alegría. Desobedecíamos la fila y nunca figurábamos en la lista. Dentro de la masa se filtraban como virus que curaban. Se mantenían limpios vaciando el cáliz de su espíritu. Pero las manchas del cristal de su alma corrompían su inocencia sagrada. Culpables de amar hasta lo que no se debe amar, no tememos fracasar, porque todo lo damos por perdido antes de comenzar, nuestra lucha es contra la roca de Sísifo, nuestra vida es como la cruz de cristo.

Bostezábamos el mundo en un bocado, nos divertíamos aburriéndonos hasta el cansancio. Siempre fatigados andábamos de paso, como cargando el mundo en nuestros brazos. ¿Qué es este vacío de espacio infinito? Traer no sé cuantas palabras del otro lado del silencio, del monologó interno. Rumiar ideas con las emociones en las muelas. Fumar hasta delirar, olvidar respirar y sin aire intentar suspirar. De nuevo intento hablar.    

Pero tan difícil que es dar un paso adelante, sin retroceder más tarde.

Pero tan difícil que es dar un paso adelante, sin retroceder mas tarde. Buscar una página perdida, donde escribir la elegía de mi vida. Encontrar entre renglones los pétalos de dolores. Un dibujo de la infancia, matacho hecho de nostalgias. Todo un camino perdido, entre el bosque del olvido. La arena no tiene memoria y a cada paso transcurre una nueva historia. Es mi diario hecho boronas, de palabras rotas. Es querer decirte una cosa y acabar diciendo otra. Tantas palabras de sobra y ninguna describe tu verdadera persona, como un nido para el alma las palabras se transformaban tarde o temprano en una jaula. Una casa abandonada sin puerta y sin ventanas. La han sellado desde adentro, para que no entre la luz ni el viento. Desde dentro se rasguña sus paredes de cemento. Es un niño naciendo, un hueco para mudarse a la grieta de su destierro. Esperando el derribo, un techo infinito. ¿Dónde están mis recuerdos? Encerrados en estas paredes de cemento. En mi sueño aparece el mismo tormento. Es un rezo que se esconde en el silencio. ¿Dónde están mis amigos? Presos dentro de su cuerpo, no quieren salir porque tienen miedo. 

Carta a minina

 

 

 Kitty

 

Te has ido/

 

Roto mi corazón

                En pedazos esta

Al enterarme

Por labios tuyos

De tu partida, al otro lado

Del charco/

 

Cariño

Nunca me atreví decirlo

Te amé

Lo sabemos, no es novedad/

 

Conoces la naturaleza de mis acciones

Me enamoro siete veces por semana

Y soy tremendamente caprichoso/

 

Te amé, como un perro

En silencio y en espera de poco

Siempre fiel a mi voluntad/

 

Mis corazones son

Eternamente tuyos

Y lamento que no seas la primera dama

Como lamento, no haberte besado esa tarde

En la cafetería, y despedirme como es debido/

 

Kitty

Te has ido

Y me cuesta creerlo

Tu boca, la que resucita

Hoy, me ha herido de muerte /

 

Buen viento y buena mar

Musa sanadora /

 

Siempre tuyo

Mariscal bigotes ..

 

 

 

?

Existir es jugar a ser dios/
Sin lugar a dudas/.
 
Existir es Crear/
Conservar /
Destruir /
 
A semejanza del mundo/.
 
Existir es vivir /
Sentir/
Sufrir/
Amar/
Odiar/
Lucha/r 
Perder/
Ganar /
Morir/
Resucitar/ 
Comenzar /.
 
Existir es de hombres /.
 
 
 
 

¡Cuánta mierda hay que tragarse por un deseo tan inocente e impersonal!

«En la guerra y en el amor todo se vale».
 
Esa falta ilimitada de escrúpulos que la plebe le achaca al amor y a la guerra es el resultado de una condición que supedita esos fenómenos: el deseo de vivir. Nada hay más puro y despiadado que el deseo de vivir, deseo vital y primero, cuya profundidad abarca suficiente como para movernos a hacer lo que haga falta para alimentarlo.
 
Desprecio que existir sea una carrera a muerte. Desprecio la necesidad imperiosa de las personas por perpetuarse a sí mismas. Desprecio a las gentes que se echan de bruces hacia elaborados inventos humanos (como el amor y la guerra) que prometen prolongar el olvido de sus despreciables rostros. Y me atrevo a apostar que quienes no se desprecian a sí mismos son gentes que se miran muy poco.
 
Odio a les que se lanzan a amar y a matar sin pararse a pensar porqués ni paraqués. Odio que quieran prolongar su muerte y odio que lo logren. Odio que estén tan vivos y que sean tan puros y despiadados y que amen y festejen y se maten con tanta vehemencia al empuñar.
 
Sé también de lo estúpido que es odiar lo fundamental.
 
La muerte es lo único que, en lo comprendido por esa carrera vertiginosa, trae sosiego a mi errante y desgraciada alma, y es, precisamente, porque termina con ella.

-Vamos, soporta el deseo-, me digo a mí misma agonizante:
 
Memento mori.
 

“El amor es como un jijueputaso de rosas”

Soñar con estrellas cuya luz aún no llega.

Soñar con que te encuentres entre ellas.

Soñar con que las palabras se hagan carne.

Soñar con escribir de tu vida cada detalle

Soñar no cuesta nada, pero que caro me cuesta despertarme.

“El amor es como un jijueputaso de rosas”

En donde no distingues un beso de un escupitajo, un abrazo de una soga y un lazo.

A una distancia de suspiro yo te miro mientas tú miras el cielo infinito. ¿De qué estarán hechas las letras que son como estrellas? Si en ellas tú eres la luz eterna. Rumor que la brisa lleva, olor que en el vino se fermenta. Tus gestos provocan el movimiento de la tierra. Tú voz es el sonido que emite la selva. Incontables son las maneras en que te manifiestas en mi existencia. Ebrio de la leche que se derrama en tus senos calientes. Eres el vientre donde guardo mis sueños vivientes.

Éramos como dos niños jugando a las escondidas, que si me miras te miras que si te miro me miro, Que si nos vemos mejor no nos saludemos. No sabíamos de qué estaba hecha la vida pero nos sabía a golosina, como un sueño en plena vigilia. Nos mirábamos de lejos como haciéndonos los pendejos, nos pensábamos en secreto soñando con nuestro primer beso. Nos saludábamos sonriendo, nos despedíamos con un triste gesto.

Éramos como dos niños de la mano de sus padres, cruzándonos en la calle. Siempre dábamos un paso para distanciarnos, en el desencuentro de los años tú ibas dando saltos con tu reloj retrasado. Un pétalo de rosa se deshoja del cuaderno donde escribí nuestra historia. Un cuento de terror que nos contaban para tenerle miedo al amor. Un verso como un beso que era pecado como el sexo, nos lo mencionábamos en secreto, como una grosería prohibida, como una vetada melodía. Frustrados y sin aliento nos rozábamos de lejos.

Éramos como dos niños en los pasamanos, arriesgándonos por cruzar del otro lado. Por ingenua curiosidad, nos acariciábamos el alma y nuestras partes bajas. Nos revolcamos en nuestro propio sudor, nos besamos a todo pulmón. En mi primera erección, tú gritaste de placer, yo no era tu primer amor, pero tú eras mi primera mujer. Por ti supe a qué sabe la palabra amor, fruto del más hermoso dolor. Un sentimiento de muerte que nos salva de la propia muerte. Eras tú la vida por la que yo moriría.

¿En qué parque te volveré a ver de nuevo? La rayuela es como un caracol eterno. Como una metáfora silenciosa en ese parque comenzó y acabo nuestra historia.

Luego nos fuimos haciendo grandes y ya se nos hizo tarde. Envejecíamos sin darnos cuenta, un día menos de nuestra existencia. Nos fuimos olvidando de darnos un beso antes de acostarnos, ya no nos dábamos la mano para levantarnos. Te quería porque eras mía, era como poseer la vida. Como un sueño mojado en el que te despiertas antes de consumar el acto, como el primer orgasmo que nos estremece cada pedazo. Como un chiste morboso nos contábamos nuestras fantasías porno. Siempre erecto cuando te atrevías a darme un beso. Hacíamos travesuras, nos escondíamos en el lado oscuro de la luna. Jugando a la rueda rueda, nos fuimos sujetando con más fuerza. Rasguñamos nuestra esencia, revolviendo nuestras ideas. Nos fuimos poseyendo, usurpando cada rincón de nuestros sesos. Nos fuimos mezclando, escribiendo páginas de nuestro diario. Nos fuimos hastiando, nos fuimos dando asco. Nos fuimos odiando al no poder amarnos. Nos fuimos creyendo adultos, perdimos nuestros sueños más puros. Razonamos y alejamos nuestros pasos, ya no fantaseábamos con encontrarnos.   

¿En qué parque te volveré a ver de nuevo? La rayuela es como un caracol eterno. A un paso del cielo o del infierno.

Éramos como dos ancianos haciendo el recuento de nuestros pasos, inventando historias que jamás sucedieron, un romance venido de lejos. Nos amargaba el paso del tiempo, lo corrompíamos con falsos recuerdos. Nos mentíamos sin darnos cuenta, falseamos nuestra mutua existencia. Nos fuimos olvidando como si de la historia nos hubieran borrado, fuimos desapareciendo como un evangelio secreto.

Éramos como dos ancianos que de los sueños se han jubilado, nuestros ideales han fracaso y nuestra fe nos ha fallado. Como una anécdota que ya nadie quiere escuchar, del pizarrón nos han de borrar. Continuamos nuestros días tallando otras caricias. Deformamos la plastilina que moldeaba nuestras vidas, a nuestros rompecabezas le quedo faltando una pieza, los juegos de mesa se llenaron de tierra, nuestra infancia se convirtió en nostalgia, nuestra vejez en añoranza.

Éramos como dos ancianos que esperan recostados. Nos dolían las rodillas al levantarnos, nos quebrábamos al acurrucarnos. Ya no pudimos saltar en un pie cuando nos íbamos a ver, ni volver a correr para alcanzarnos otra vez. Sentados debajo de un árbol que se estaba quedando calvo, en las tardes nos esperábamos.  

¿En qué parque te volveré a ver de nuevo? La rayuela es como un caracol eterno, no volvimos a columpiarnos de nuevo y el rodadero se nos ha quedado pequeño.

Ahora somos jóvenes y no sabemos nuestros verdaderos nombres. Yo te llamo María Estrella, para que en la noche te me aparezcas, tú me llamas el poeta, para que cada mañana te regale un racimo de letras. En nuestras tardes yo fumo en los parques, mientras tú paseas a tus canes. Miramos para otro lado, para evitar el contacto, a un paso de cercanía tú caminas en paralelo a mi vida. Ahora mismo a una distancia de suspiro, yo te miro en el infinito. Despertar siendo un niño con el espíritu envejecido, y querer contarle a las estrellas la historia que viviré con ella. 

Vicio

Vicio 

Es su boca como humo que provoca.

Son sus labios fruto envenenado.

Son sus dientes barrotes relucientes.

Es su lengua culebra que envenena.

Es su saliva licor que alucina.

Son sus palabras como balas que dispara.

Es su voz que enmudece mi corazón.

Es el vicio que quiere acabar conmigo. 

Lo ordinario.

Aplacar el mínimo calor de las emociones difuminando los límites de las sensaciones: no creer en nada.
Quebrantar en el estado actual con desolación. El cielo aparece manchado: no querer recordar. 
La mañana retoma como el silencio revelado, el cuarto está impregnado del cansancio de anoche. 

La certeza.

Por fin cayó y calmó las ansias,
como una cortina a los nervios.
De mas no está pensar que todo cambie nuevamente:
la falsedad pasiva, el olvido lento.  

Epígrafe

Harta de sufrir en nombre de un Dios inexistente, fui a venderle mi alma al diablo. 

Este, entre carcajadas, me hizo saber que no pagaría un centavo por tal miseria. 

Terminé chupándosela.

 

 

 

Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,

al borde del abismo, estoy clamando

a Dios. Y su silencio, retumbando,

ahoga mi voz en el vacío inerte.

 

Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte

despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo

oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando

solo. Arañando sombras para verte.

 

Alzo la mano, y tú me la cercenas.

Abro los ojos: me los sajas vivos.

Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.

 

Esto es ser hombre: horror a manos llenas.

Ser y no ser eternos, fugitivos. 

¡Ángel con grandes alas de cadenas!

 

 

Hombre, Blas de Otero. 

 

Breve Resurrección

Breve resurrección…

Se me paro… El corazón.

Se detuvo el reloj,

Suspiro el amor.

Comienzo otro renglón.

Como un ave que despego.

Con el viento a su favor.

No importa el SI o el NO.

El soñador despertó.

El despertador se dañó.

Un vuelo sin alas,

Una tierna mirada hacia la montaña.

 

Una nueva esperanza me levanta de la cama. 

26 de septiembre

Montar el desayuno, bañarme, vestirme, alistar maleta, caminar hacia la universidad, hacer trabajos grupales, almorzar, calor, descansar, trabajar, continuar trabajando en el proyecto de grado, dar besos y caricias a la compañera sentimental, continuar en el proyecto de grado, angustiarme….

26 de septiembre Hoy un día normal para varios: dormir, estudiar, cagar, comer y dormir. Para otros un día histórico para el país: Curiosidad, alegría, esperanza de un nuevo país, activismo, compartir publicidad en redes sociales, nostalgia por los caídos que no podrán ver este momento histórico, fin a los 50 años de dolor de patria, mariposas amarillas volando sobre las tierras infértiles de macondo. Esperanza ante tanto panorama desolador.

Posdata, ya NO te amo.

Posdata, ya NO te amo.

Llevo no sé cuántos intentos tratando de describir lo que siento. Son tantas las palabras las que quisiera escribir en esta carta. Siempre recurro a los mismos verbos y repito todo de nuevo. No sé cuántas noches en las que no he pegado los ojos por si te me apareces de pronto. No sé cuántos poemas he roto tratando de recuperarme de a trozos. No sé cuántos días he hecho polvo limpiando el recuerdo de nosotros. No sé cuántos sueños he dejado de soñar intentándome despertar. Es que no te he podido dejar de pensar, el día después de mañana parece no tener un final. Esta carta no tiene destino a donde llegar, ya no hay una canción que te pueda dedicar, el silencio comienza a desafinar esa cuerda que a ratos le da por sonar. Este trago se niega acabar como un cuncho que no tiene final. Vierto mis últimas lágrimas en esta carta que no lleva palabras. Las letras se han vuelto agujas con las que torturo a mis dudas.  Me pregunto si has vuelto a ver a la luna la que se esconde entre las nubes oscuras. En un cráter de tus recuerdos yo entierro todos mis sueños. En este agujero sepulto las palabras que no se dijeron. Son tantas cosas de las que quisiera hablarte en secreto, contarte lo que he estado haciendo, como he perdido el tiempo esperando tu regreso.

¿Cuándo fue que dejamos de vernos? Tú retrato en mi retina se ha tatuado, te contemplo en cada lagrima que derramo.  Soy una herida abierta por donde el dolor no cesa, un derrame de bilis negra sobre una vieja novela. Una nota entre tus cuadernos por donde se cuelan mis sentimientos. El recuerdo de aquel tiempo cuando el sol sonreía al vernos. El cielo parece tan quieto desde que tú dejaste de serlo, las estrellas parecen tan negras desde que tú ya no brillas entre ellas. TODO tan de cabeza que no reconozco ni izquierda ni derecha. Ya no sé si esto es una carta de despedida o tres puntos suspensivos para continuar con mi vida… Llevo no sé cuántas veces interrumpiendo esta carta, intentando imaginar un final en el que tú no te vayas. ¿Notaras las huellas de aquellas lágrimas que destiñen estas palabras? Continúo sin ganas revolcando entre mis nostalgias, uno que otro trozo testimonia el despojo. Me he quedado tan solo esperando el roce de los otros, son tantos los rostros entre nosotros que ya no distingo tus ojos. Retratos del cuello para abajo, un cadáver que no he olvidado. Vivo con la muerte en un esfero para escribir uno que otro verso, la tinta es mi sangre que desemboca en el desagüe, una angustia tamaño carta siempre tan blanca. Una sola palabra posdata lo que quedo de nuestras almas.   

Ya va siendo hora de devolvernos nuestras cosas. Yo te regreso la promesa de la vida eterna, Tú me devuelves lo que queda de ella. En humo y ceniza se convirtió la historia de nuestras vidas, fueron pasando los días pero las llamas siguen encendidas. Por si regresas mis palabras seguirán prendidas, como una vela por donde la luz no cesa, una chispa en la cera de las que están hechas mis letras. Una herida abierta en erupción implosiona de dolor. Tanto amor añejo que se va pudriendo, ya huele a muerto y en un sobre guardo mis restos. Te escribo con el último suspiro de un herido, con el último latido intento apagar este capítulo. Ya no puedo seguir escribiendo sin que me leas, ya no puedo seguir viviendo de esta manera. Ya no puedo creer en tus promesas, JURO que espere a que volvieras. No regresaste pero el reloj se dedicó a esperarte, siempre es tan tarde para encontrarte.  Ya no sé a dónde buscarte, ni en mis versos puedo hallarte, en mis sueños me empeño en recordarte. Me niego a olvidarte pero ya no quiero extrañarte, me marcaste con tinta imborrable. Ya no quiero seguir escribiendo con estos dedos, son tus huellas las que llevo entre uña y verso.  

¿Qué estarás haciendo?  ¿Pensaras que te pienso? Que no dejo de pensarte en secreto, que no puedo contarte lo que estoy sintiendo, que aún te quiero y eso no tiene remedio. ¿Qué estoy haciendo? Que sigo escribiendo, que muero entre papeles desechos, que sigo siendo el mismo necio que se niega a comenzar de nuevo. Que si no estás de cero no quiero seguir con esto. Que mejor no sigo leyendo lo que escribiste hace tanto tiempo. No sé ni que decirte, basta con que me mires para que mis ojos vibren, para expresarte lo que me hiciste cuando me conociste. Ese día dijiste que no querías irte, después te fuiste y fue tan triste, que el sol decidió irse. No volvió amanecer, pero las estrellas al fin pude ver. Junte unas cuantas y me imagine que me mirabas. A la distancia los luceros me observaban, me leían el relato de mi vida, me contaban lo que sucedería. Otra despedida para continuar con la vida, a la espera de una bienvenida que la muerte anticipa.

A veces quisiera encontrar una manera de escribir un poema que lo leas sin que lo veas, que te hable de una manera en que me entiendas, que no se parezcan a ninguna de las letras que te han escrito de distintas maneras.  A veces quisiera arrancar la hoja y escribir de otras cosas, hablar con otras personas que no hayan conocido nuestra historia. A veces quisiera callarme para volver a saludarte, decirte hola sin que me sangre la lengua rota. A veces quisiera comenzar de nuevo y repetirte que te quiero, que en realidad lo siento y que aún espero tú regreso. A veces sueño que me sueñas y me despiertas de una dulce manera. A veces escucho que tocan la puerta y me imagino que estas detrás de ella. A veces me asomo a la ventana y espero con ansias tú llegada. A veces paso por tú casa y espero que alguien me abra. A veces te busco donde no estas y pregunto qué cómo estás? .

Ya te podrás imaginar, aquí todo sigue igual como en un viejo ritual, que te suele invocar. Un domingo matinal te vuelve a rememorar. No hay mucho que contar, el día después de tu partida no deja de repetirse de por vida. Quisiera acabar la agonía de no haberte detenido antes de tu despedida. Se me acaba la sangre con la que escribo ese último verso que te doy como un beso. Lo leerás entre tus labios y por fin entenderás lo que he callado. Se acabaron los cigarros y no quiero volver a fumar de esos labios. Mi inspiración de humo se escapó, y nunca jamás volvió. Quisiera saber lo que sucedió, pero ni tú ni yo sabemos lo que es el amor. Una excusa para volverte hablar, quisiera volverte a preguntar,  que cómo estás? Quiero terminar, con tres puntos acabar. Te ruego no me vuelvas hablar, la posdata sigue siendo igual.

 

Posdata, Por siempre te voy amar.        

¿Qué es lo que te pasa?

¿Qué es lo que te pasa? ¿Por qué haces esa cara? ¿Por qué no me dices nada?

Sal de la cama, da un paso  hacia el alba. Ponte de pie, camina de una vez, báñate los pies y los dientes después. Deja tanto drama ¿Acaso no puede mantener la calma? La Angustia se desborda de tu cara y la almohada otra vez amanece empapada. Ya ni lloras con los ojos abiertos, vetado todo sentimiento, el mismo vacío eterno te acecha en silencio.

¿Qué es lo que te pasa? ¿Qué es lo que te callas? Tal parece que me dejaste solo en la cama, con las sábanas enredadas, con las palabras colapsadas. Me niegas tu mirada y se derriten mis pestañas. Miras el celular que no deja de sonar, pronto te tienes que marchar, el café se empieza a enfriar. Nos comenzamos a desenamorar, el cigarro se termina de apagar.

¿Qué es lo que nos pasa? ¿Por qué ya no nos miramos a la cara? Atiende mi llamada, abre tu ventana ¿Acaso no te importan mis palabras? Una lágrima moja la pantalla, ignoras lo que claman mis pupilas dilatas. ¡¡¡Mírame!!! Dame la cara, ¿acaso no sientes nada? No dices nada hasta que el sol salga. De espaldas en la misma almohada, prefieres la pantalla que mi cara. Mi rostro se apagó, el ceño se frunció. Los párpados se marchitaron, las pestañas se deshojaron.  

¿Qué es lo que paso? ¿Qué fue lo que sucedió? No puedo describir esta sensación, no puedo terminar una oración. Me miraste sin atención, volviste a ver el reloj, se acabó el renglón y no pude decirte: Mi amor. ¡¡¡Mírame!!! Dime que no me amas ¿acaso quieres que me vaya? Despídete antes de que salga, si cruzo la puerta no hay modo de que vuelva. Me voy por la salida trasera para que nadie se dé cuenta. Luego me devolverás mis muecas cuando de tus pupilas desaparezca.

¿Qué es lo que me pasa, que no puedo mantenerte la mirada? ¿Qué es lo que te pasa, que no me miras a la cara? Un gesto inexpresivo como si nunca nos hubiéramos conocido, hacia el olvido cada uno toma su camino, mejor no nos despedimos por si se vuelven a cruzar nuestros destinos. Me observas desde lejos como me voy desvaneciendo. Una historia que no conoceremos se borra de nuestros cuadernos. ¿Acaso ya no volveremos? Se nos acabaron las hojas del tiempo, te despides sonriendo, vuelves a mirar hacia el suelo y el cielo es como una pantalla en negro. 

¿Qué pasara luego? ¿Acaso no volveremos a vernos de nuevo? Se nos acaba el tiempo, nos miramos en silencio, las persianas de a poco se van oscureciendo. Nos despedimos sin decirnos adiós, terminamos algo que nunca comenzó. Nuestro rostro se apagó, la ventana se oscureció. La metáfora no nos alcanzó para salvar al amor. Es mejor que no sepamos lo qué pasó, deja de prestarme atención, camina sin mirar a mi alrededor. Ya no busquemos una razón, no existe ninguna justificación.

Pero ¿qué es lo que pasa? Que la gente se mata, que colapso de rabia, que no entiendo nada, que no me salen las palabras. Que miento en silencio, que no digo lo que pienso, que no pienso lo que siento, que no sé qué hacer con esto, que brota de mi cuerpo, que pulula por mis sesos, que duele en los huesos, que pica en el cerebro; es mi alma la que estoy sintiendo, absurdo invento, lo real no es cierto. Vuelve a mentirme y te creo, si es verdad lo que estás sintiendo, confiésame tu secreto. Mírame una vez más y vuélveme a besar, quiero saborear la mentira que deseo escuchar. Dime que me amas, que no sabes lo qué pasa. Que no quieres que me vaya, que no quieras que me salga.

Pero ¡¿Qué es lo que quieres que haga?! Con tus actos contradices tus palabras. Tu silencio me reclama mientras a mí no se me ocurre nada. Ni un solo vocablo comprende de lo que hablo. Miras pa’ otro lado y se detiene tu llanto. "¡Me largo!" Exclamas sin asco -¿y ahora qué hago?- Saco otro cigarro, lo enciendo en silencio, respiro lento. Te observo como pestañeas, tus párpados son como guillotinas que caen sobre mi cabeza, me degüellas con delicadeza mientras te me acercas a la oreja, me besas con un adiós entre la lengua. No siento tu aliento, no entiendo lo que siento. ¿Qué es lo que pasa? Que lo que pasa es que el tiempo pasa… Y pasa… Y pas…   

404 Page

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Estímulo

 

Poco importa si es real o no, parece que en cualquier momento alguien asaltará por la yugular. Si el monstruo requiere manos, le presto las mías.

 

 

Sentada en la cama espero el ataque. Los segundos son azotes que hormiguean nauseabundos en mis manos. Nauseabundas son mis manos.

 

 

El miedo ha paralizado el gesto facial sin dar tiempo al cambio, y, naturalmente, parece que todo marcha con regularidad:

 

 

La impotencia ha carcomido el automatismo de la expresión perturbada. La no-reacción es mi reflejo.

Tarea: lo cultura y lo político

Son, lo cultural y lo político aspectos del devenir social que se encuentran inextricablemente ligados, en tanto la cultura es, como la política, un producto que responde a unas necesidades colectivas. 

Es a partir de la cultura como un pueblo crea e internaliza las nociones sociales más básicas, como lo son sus modos de producción, la moralidad, los códigos de comunicación, los roles (clasificación de personas y conceptos según su función y/o producción), los protocolos o el conjunto de reglas que dirigen las relaciones interpersonales (la cortesía, los hábitos colectivos, etc.), las creencias filosóficas (doctrinas e ideologías que corresponden a las aspiraciones colectivas), y, los símbolos que recogen mediante representaciones todas esas nociones (por ejemplo los dioses), entre otras.

Estas nociones son materia prima para la política, que se encarga de legitimarlas con el fin de regular su debido cumplimiento y progreso. Politizar las nociones colectivas es traducir la cultura a unos términos que les dan cierta veracidad o predominio sobre el relativismo moral; es entonces cuando podemos hablar de derechos, deberes, leyes, instituciones, etc.

A su vez, la política adquiere la capacidad de transformar la cultura en cuanto le ha sido delegada la tarea de, no sólo regular el cumplimiento de las nociones sociales que se entrañan, sino de velar por su progreso y mejoría (la cual conlleva por sí misma al cambio).

P.D.: Progreso mi q-lo.

 

La certeza.

Por fin cayó y calmó las ansias, 
como una cortina a los nervios. 
De mas no está pensar que todo cambie nuevamente:
la falsedad pasiva, el olvido lento. 

Carta a minina

Kitty Te has ido/ Roto mi corazón en pedazos esta Al enterarme Por labios tuyos De tu partida, al otro lado Del charco / Cariño Nunca me atreví a decirlo Te ame lo sabemos, no es novedad / Conoces la naturaleza de mis acciones Me enamoro siete veces por semana Y soy tremendamente caprichoso / Te amé, como un perro En silencio y en espera de poco Siempre fiel a mi voluntad / Recuerda Mis corazones son eternamente tuyos Y lamento que no seas la primera dama Como lamento, no haberte besado esa tarde En la cafetería , y despedirme como es debido/ Kitty Te has ido Y me cuesta creerlo / Tu boca, la que resucita Hoy, me ha herido de muerte Buen viento y buena mar Musa sanadora Siempre Tuyo Mariscal Bigotes

Mortecino

¡Con qué intensidad nos asalta el asco ante la putrefacción! En cuanto el cuerpo advierte ese fétido aroma se provoca, como despavorido, toda clase de malestares a fin de darse un impulso que lo saque de tan penosa proximidad a la muerte. Entonces una sensación genital de lo insoportable se apodera de los sentidos y, desde el epicentro olfativo, reseca la boca, palidece la piel, irrita la mirada y acalla todo lo que no se presta a su exclusiva atención. Y huye, por reflejo, el cuerpo, de su propia naturaleza.

Eso, amigos míos, es el horror. 

Una martir más.

 

Te veía deambular, sí por la universidad sin gozo,

cargabas las semejanzas de mis periodos de agonía.
Llevabas un irreductible no. Por ahora no, sencillamente no.
! No ¡sonido perverso entre palabras,
tus palabras que sonaban a festivos en soledad,
lunes sin desayuno, y miércoles sin conversaciones.

Con cuanto deseo anhelaba un soplido entre tus labios,
aquellos ojos frente al espejo,  
qué tanta indiferencia necesitas, Ay
te acuestas cada noche con tu muerte,
que solo es tuya y te lubricas
en los anhelos palpitantes del final,
que no es tuyo sino de los demás,
y anhelas desconfiada del gozo de Dios.
Un dios que no es otro que tú en tu trono.

Andrés Gamboa. 

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