¿Cuánto tiempo tiene que pasar para olvidar una eternidad?

¿Cuánto tiempo tiene que pasar para olvidar una eternidad? La nostalgia del tiempo en las canas de un viejo. Todo pasado es un futuro añejo, me disipo como el humo en silencio prolongándose por el vacío eterno. ¿A qué horas comenzó a cambiar? Pregunta la inocencia de la nostalgia ingenua. Este momento tenía que llegar, la cuenta tenía que pagar. He roto los cristales de la vida, por ver afuera de la ventana; me acusan de profano, de abnegado por la causa en vano. Matar para sobrevivir, o morir por vivir exaltando lo que hay dentro de mí. Deseo rezar con la más pura ingenuidad, al Dios que se oculta en la ausencia de la existencia. Nunca rogar por más que las rodillas se inclinen en el suelo y la mirada se rinda ante el cielo de lo eterno. Arrastrando una cruz por los esclavos de la luz, como un gusano escalando el calvario, arrastrando mi cuerpo desolado. Me la he pasado manoseando la materia con el tacto algo asqueado de cada experiencia. Un infierno atrás y otro adelante y en la mitad mi paso errante. Escalo las montañas por la delicia de la caída, del vacío que me mira y el abismo que me abriga. ¿De qué sirve la inmortalidad si no tengo a nadie acá? Para compartir el pan y de la mano poder caminar… Andar, persiguiendo un lugar que nunca vas a encontrar. El paraíso es un infierno si no estás en el cielo, mil y una noches y sigues lejos y yo aquí tan cerca de tu recuerdo. Te extraño y te sigo soñando, pero el tiempo se encarga de olvidarnos. Somos extraños de una historia sin pasado, aún vivo en el ayer por si decides volver. Sigo en el primer día en que te fuiste de mi vida, saboreando ese feo beso de despedida. Una eternidad para olvidar, un instante de amor inmortal. Extraño extrañarte, vivo añorándote. Cada que recuerdo me cala el sentimiento, se me contraen los sesos, ruge el deseo que llevo dentro. Me acorde de ti, al ver una foto en la que no te reconocí. ¡Cuánto has cambiado! No te reconozco de lado, pero con tu espalda he soñado. Si te veo de frente es un paisaje de muerte, tu rostro es otro del que se retrató en mis ojos. De frente nos vemos, pero no nos reconocemos, ha pasado un largo tiempo y solo nuestros nombres quedaron dentro. Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, tu cabello no es el que estuvo entre mis dedos, aún tengo pelos enredado entre ellos. Remembranza de cada suceso se clava en mis escasos sueños. Sigo confundiendo con el amor ese coro que siempre repetía YO. No te culpo a ti ni a Dios, ninguno de los dos existe ni existió. Solo quiero saber a dónde se fue, el pájaro que cantaba en mis sueños lleno de esperanza, ¿por qué se ha ido antes de darme sus alas?

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