Estímulo

 

Poco importa si es real o no, parece que en cualquier momento alguien asaltará por la yugular. Si el monstruo requiere manos, le presto las mías.

 

 

Sentada en la cama espero el ataque. Los segundos son azotes que hormiguean nauseabundos en mis manos. Nauseabundas son mis manos.

 

 

El miedo ha paralizado el gesto facial sin dar tiempo al cambio, y, naturalmente, parece que todo marcha con regularidad:

 

 

La impotencia ha carcomido el automatismo de la expresión perturbada. La no-reacción es mi reflejo.

Loading...
Loading...