¿Y por qué a mí?(**)
¿Y por qué a mí? Una historia que no tiene fin, recuerda morir y olvida quien te ha hecho sufrir. Nadie quiso oír lo que teníamos por decir, nadie nos enseñó a ser feliz, aunque nos hayan exigido sonreír. Nos heredaron un trauma que poco a poco fue consumiendo nuestras almas. Fueron tantas las batallas que han perdido filo nuestras palabras. Sin armas me enfrento al sol cada mañana. La última bala, eyaculo en mi propia cara. Disparos al cielo y mi arma tiembla de miedo. Aun con mis defectos no merezco su señalamiento. Ya dejen de mirarme de esa manera ¿acaso nunca han visto a un hombre rendirse en la guerra? Yo nunca quise participar en ella. ¿Por qué les causa sorpresa que tenga un rifle apuntando a mi cabeza? Incendiarias fueron mis ideas para la mecha de la existencia. Mis inquietudes fueron leña para la hoguera que calcino mi consciencia. Mi herida se oxida y esta pena no cicatriza. Aún te espió en la cornisa y escucho en mi llanto tu risa. Mis pulmones llenos de hollín y ceniza, paso saliva con una cerveza fría. Me cago de la risa observando mis caídas. En el suelo yo mismo me abucheo. Me hago zancadilla y me burlo de mi poca autoestima. Obstaculizo mi vida poniéndome trampas a escondidas. Releo los sermones de la biblia para justificar mi agonía. Una ridícula risa para simular alegría. Y siguen pasando los días de esta condena autoinfligida. Guarda la compostura y olvida tus dudas. Ponle seguro a tu puerta y no dejes que nadie se atreva a estar cerca. Soy un objetivo de guerra, un enemigo del cielo y la tierra. ¿Cómo liberarme de ésta? Ya no tengo ninguna certeza. Camino en reversa, rebuscando mi conciencia. Me aturden las sirenas, soy el colado en la fiesta y no le hago caso a las reglas, me recomiendan mantener las manos quietas, que deje de perseguir luciérnagas. Que no interfiera en el orden del sistema, que pague mis cuentas y pida a crédito un hoyo en la tierra.
Te persigue la CULPA de haberle dicho PUTA. Has sido un canalla por desperdiciar el amor y el agua. La venganza nunca sacia el rencor en las llagas. Brotan las lágrimas, procurando encontrar las palabras mágicas. Cuánta lastima me producen estas tristes maquinas, con su cotidianidad trágica, salvando el día, héroes cabeza de familia. En cada esquina, alguien se rebusca la comida. Intentan sobrevivir el día, de una jornada de agonía. Pasarela de anden, esquivando carros que le pitan con desdén. El reflejo del retrovisor es el retrato de la brecha entre los hijos de dios. – “Que no me confunda San Pedro que yo no me mezclo con los negros” Estúpidamente correcto, la sangre es roja menos la de ellos; la del racista moderno que se esconde en lo políticamente correcto. Sos ese pendejo que señala con el dedo a todo lo que es distinto a su reflejo, que tiene miedo, de que haya más que el blanco y el negro, el amor es diverso porque el alma no tiene sexo, bestias con bozal reprimidas por la moral, cinturones de castidad que mantienen al margen su instinto sexual. Ellos nos enseñaron a amar aun cuando lo único que sabían era odiar. No me hablen del pecado, a su imagen y semejanza recrearon al diablo. Venden su culo pálido, por dinero de plástico. De alma artificial, producto de una alienada sociedad. Hecho en china o norteamérica, toda su mierda inunda la tierra, océanos de basura que no ostentan bandera alguna. Su basura perdurará más tiempo que sus nombres, en las plantas de plástico no crecen flores. Conservan las ruinas, pero queman los bosques, protegen a capa y espada sus decadentes valores. El progreso devora a los hombres.