Coaching pesimista para deprimidos

 

¿Estás deprimido? ¡Pues que no se te note! Sonríe siempre y recuerda que ser fuerte consiste en no llorar. En algún momento vas a olvidar que tu sonrisa es forzada y empezarás a sonreír de verdad. Recuerda que sin sonreír todos te rechazarán, ¡nadie necesita esa clase de negatividad en su vida! Hemos nacido para ser felices, sólo en eso debes concentrarte y el universo te recompensará, de lo contrario, si te quejas y lloriqueas, serás castigado y atraerás desgracia.

 

 

Así de soberbios y pendejos suenan en mi cabeza los que se abanderan de optimistas pretendiendo decirle a los demás cómo es que tienen que interpretar y expresar sus crisis personales.

Cuando pienso en ellos los recuerdo con una voz irreal y propagandística aseverando ideas aterradoramente simplistas, como por ejemplo que subir las comisuras de los labios es un acto virtuoso y honorable que contiene la fórmula de la felicidad en sí mismo. Luego los vemos recurriendo al relativismo para justificar su incapacidad de razonamiento, diciendo cosas que obvian por completo las condiciones materiales, como por ejemplo que la realidad y el mismísimo universo se moldean a punta de deseos.

Esa forma tan mediocre del pensamiento es fastidiosa, claro, es vomitiva, claro, pero esos son pormenores; el asunto aquí es que con toda su pendejada esos personajillos han conseguido influir nuestra relación con las emociones, cagándose así en la ya cagada salud mental humana, convirtiéndonos en una sociedad más mentirosa de lo que ya eramos. Todo esto porque su fórmula, aunque no sirva para ser feliz, sirve para que el trabajador frustrado se mantenga funcional.

Por eso quiero extender una invitación que empecé por hacerme a mí misma y es que, parce, si usted se siente como una re puta mierda, ¡expréselo! Diga: ¡Me siento como una re puta mierda!

Lo peor que le puede pasar es que no lo escuche nadie, y aún así va a ser más liberador que estamparse una sonrisita impostada en la cara. Si le hace falta grite, maldiga y haga mala jeta, pero no permita que su sonrisa se automatice porque luego, cuando aparezca un momento que la provoque realmente, usted va a ser un pusilánime incapaz de responder. La alegría no será suya, probablemente la tristeza tampoco, entonces, ¿quién será usted?

Hay que ser franco con uno mismo, ¿si no en qué estamos? Hay que permitirse ser. Puede que eso no le quite la depresión pero al menos no lo dejará fuera de usted mismo. 

En cambio los pendejetes esos, ¿qué es lo que ofrecen? Enseñan a acallar una parte de la realidad, a ser un perfecto hipócrita empezando por uno mismo y siguiendo con los demás, a crear muros de incomunicación pecho adentro. En resumidas palabras: a sesgarse y ser necio. Nada de positivo tiene eso.

Es cierto que la mente juega pasadas muy densas a veces, que alcanza unos picos de sufrimiento y terror que uno cree que es incapaz de soportar, pero eso es mentira, uno siempre es más capaz de lo que se cree.

Para superar el sufrimiento y el terror hay que aceptar que estos siempre coexistirán en el espectro de sensaciones y pensamientos.Y por supuesto no estoy invitando a que seamos unos emos de mierda que se buscan los males a propósito como adictos a autodestruirse, se trata es de entender que esa oscuridad es tan real como la luz. De saber adaptarse a la realidad y resistirla; a veces no queda más que disponerse a vivir el sufrimiento para superarlo. La mayoría de veces se puede, porque como ya dije: uno tiene más aguante del que se cree o le hacen creer.

No se puede andar siempre cagando flores por la vida. Estoy segura que los que se obstruyen así su capacidad emocional terminarán matando gente o suicidándose en extrañas circunstancias tarde o temprano y quizás más rápido que el que confiesa en voz alta sus intenciones de volarse los sesos o estamparse contra el pavimento. El típico: "es que no entiendo... parecía tan feliz, teníamos una buena vida, nunca me dijo nada, nunca mostró ninguna señal".

Además el ejercicio de abrirse a entender la realidad lleva muchas veces a la objetividad. En ese punto aparecen las verdaderas herramientas para pilotear el sufrimiento que tan a menudo está sentado sobre los contextos subjetivos: se adquiere una extención que hace el papel de "tercer ojo": un tercer ojo que es capaz de observar los "ojos naturales" observando.

Es un enajenamiento sano de la razón que permite contrastar otra parte de la realidad que con la sola experiencia no se alcanza. En ese momento uno entiende que la mayoría de cosas que parecen fatales están sobrestimadas y que absolutamente todo en el mundo está cerca de importar 0 fuera de nuestro cerebro.

Es hermoso poder entrar a ese nihilismo espiritual y a la vez seguir teniendo esos ojos naturales tan mundanos que sienten tan parecido y vehemente como los de cualquier otro terrícola de la misma especie. Para mí el nihilismo es un don divino exclusivo para mendigos. Y todo ser humano es un mendigo. (Pero bueno, ese ya es otro tema).

 

 

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